El repaso al programa de IU en materia de política internacional se puede resumir en dos bloques. Por una parte, los posicionamientos claros de qué postura debería adoptar España en algunos conflictos en el mundo. Y por otra parte, las propuestas programáticas propiamente dichas y muy centradas, en mi opinión demasiado, en las políticas de cooperación al desarrollo.
Por lo que se refiere al primer bloque queda claro el compromiso de IU con la lucha legítima del pueblo palestino (con muchos más argumentos para la independencia que cualquier región de la ex Yugoslavia), por la retirada de las tropas españolas del Afganistán invadido, en defensa de un Sahara independiente (previsible tema de confrontación con un PSOE que ha abandonado a las miles de personas refugiadas para apoyar al dictador marroquí), y con los nuevos procesos democráticos en Latinoamérica que tanto preocupan a los medios y partidos “democráticos” españoles.
El segundo bloque, el de las propuestas programáticas, contempla una serie de compromisos en cuanto a la política exterior que quedan un poco deslavazados en cuanto al orden en que se presentan pero que suponen un cambio radical en las políticas exteriores practicadas por cualquier gobierno español. La creación del Instituto de Civiles por la Paz como cuerpo no militar destinado a intervenir en crisis internacionales es la propuesta más novedosa y que recuerda al pacifismo originario de IU que lamentablemente se ha ido perdiendo con el paso del tiempo. Aún así, nuestra propuesta histórica de salida de la OTAN y el recuerdo a la prohibición republicana de la guerra son dos más de las propuestas en el apartado anti militarista. Estas propuestas representan la visión idealista histórica de las relaciones internacionales, la que cree en el multilateralismo y en las posibilidades de relaciones basadas en la cooperación frente a la confrontación.
El programa electoral plantea la reforma de las Organizaciones Intergubernamentales más importantes (ONU, FMI, etc.) pero peca en su falta de concreción puesto que prácticamente se resume en un apoyo al multilateralismo frente al unilateralismo y en la defensa de los Derechos Humanos y el Derecho Internacional como guías (aspecto controvertido porque no siempre es posible compaginar ambos como lo demuestra el frecuente choque entre los principios de soberanía y de no intervención con la defensa de los DDHH). En cuanto a las políticas de cooperación, más allá de la exigencia el 0’7, la Tasa Tobin o el intento de cumplir los Objetivos de Desarrollo del Milenio, IU propone obligar a las empresas españolas bajo una ley de Responsabilidad Social Corporativa y que suponga el compromiso de participar del desarrollo de las regiones empobrecidas, así como marcar prioridades de cooperación independientes de la geoestrategia (aspecto éste contrario a las políticas socialistas que tras el discurso bienintencionado han realizado una práctica entre colonialista y caritativa). Respecto a Europa, IU se posiciona en contra del Tratado de Lisboa y aboga por un proceso constituyente y democrático que dé una dimensión social a la Europa fortaleza y neoliberal que sufrimos.
En definitiva un programa ambicioso, basado en principios, radicalmente contrario a las políticas exteriores vigentes, que supondría la primacía de los derechos universales frente a intereses nacionales o particulares/empresariales y que, sobre todo, es absolutamente incompatible con las prácticas socialistas…….
Por lo que se refiere al primer bloque queda claro el compromiso de IU con la lucha legítima del pueblo palestino (con muchos más argumentos para la independencia que cualquier región de la ex Yugoslavia), por la retirada de las tropas españolas del Afganistán invadido, en defensa de un Sahara independiente (previsible tema de confrontación con un PSOE que ha abandonado a las miles de personas refugiadas para apoyar al dictador marroquí), y con los nuevos procesos democráticos en Latinoamérica que tanto preocupan a los medios y partidos “democráticos” españoles.
El segundo bloque, el de las propuestas programáticas, contempla una serie de compromisos en cuanto a la política exterior que quedan un poco deslavazados en cuanto al orden en que se presentan pero que suponen un cambio radical en las políticas exteriores practicadas por cualquier gobierno español. La creación del Instituto de Civiles por la Paz como cuerpo no militar destinado a intervenir en crisis internacionales es la propuesta más novedosa y que recuerda al pacifismo originario de IU que lamentablemente se ha ido perdiendo con el paso del tiempo. Aún así, nuestra propuesta histórica de salida de la OTAN y el recuerdo a la prohibición republicana de la guerra son dos más de las propuestas en el apartado anti militarista. Estas propuestas representan la visión idealista histórica de las relaciones internacionales, la que cree en el multilateralismo y en las posibilidades de relaciones basadas en la cooperación frente a la confrontación.
El programa electoral plantea la reforma de las Organizaciones Intergubernamentales más importantes (ONU, FMI, etc.) pero peca en su falta de concreción puesto que prácticamente se resume en un apoyo al multilateralismo frente al unilateralismo y en la defensa de los Derechos Humanos y el Derecho Internacional como guías (aspecto controvertido porque no siempre es posible compaginar ambos como lo demuestra el frecuente choque entre los principios de soberanía y de no intervención con la defensa de los DDHH). En cuanto a las políticas de cooperación, más allá de la exigencia el 0’7, la Tasa Tobin o el intento de cumplir los Objetivos de Desarrollo del Milenio, IU propone obligar a las empresas españolas bajo una ley de Responsabilidad Social Corporativa y que suponga el compromiso de participar del desarrollo de las regiones empobrecidas, así como marcar prioridades de cooperación independientes de la geoestrategia (aspecto éste contrario a las políticas socialistas que tras el discurso bienintencionado han realizado una práctica entre colonialista y caritativa). Respecto a Europa, IU se posiciona en contra del Tratado de Lisboa y aboga por un proceso constituyente y democrático que dé una dimensión social a la Europa fortaleza y neoliberal que sufrimos.
En definitiva un programa ambicioso, basado en principios, radicalmente contrario a las políticas exteriores vigentes, que supondría la primacía de los derechos universales frente a intereses nacionales o particulares/empresariales y que, sobre todo, es absolutamente incompatible con las prácticas socialistas…….
